Habilidades, microhabilidades de lectura

Concepto

Para definir este término hay que proceder por combinación, valorando lo que significan tanto el prefijo como la raíz de la palabra. La habilidad es considerada como la destreza, el don, la capacidad para resolver situaciones, dificultades o problemas. Por su parte, el prefijo micro es un elemento compositivo utilizado en varios idiomas, que proviene del griego (mikro, pequeño) y significa una millonésima parte de la unidad. Generalmente, se utiliza para designar la parte más pequeña que se puede hacer o distinguir de algo mayor o de un todo.

La combinación de ambos elementos lingüísticos (prefijo y palabra) para llegar a formar la expresión microhabilidad se explica por el deseo de resaltar que, para el desarrollo de cualquier capacidad, destreza o habilidad (sea para la tarea que sea) existen unidades menores o unidades micro que, desarrolladas y combinadas, permiten la manifestación de la unidad mayor, o sea, de la capacidad o habilidad de la que se trate.

Hay destrezas que caracterizan la conducta y el saber hacer de las personas, y que se manifiestan y ejercen por la combinación de microhabilidades, desarrolladas por los sujetos, en la mayoría de las ocasiones de manera inconsciente o no intencionada. Solo el análisis y la evaluación minuciosa de determinadas habilidades permiten comprobar cómo se combinan varias microhabilidades para la buena ejecución de aquellas. La importancia de las microhabilidades es más evidente cuando la habilidad general está limitada o no se puede ejecutar como sería deseable. Es entonces cuando se evidencia que la ejecución de una destreza o habilidad necesita la combinación coordinada y seriada de pequeñas acciones que pueden aislarse, pero cuya finalidad es posibilitar la destreza o habilidad general o mayor.

Referido a la lectura y la escritura, el término microhabilidad fue ideado por McDowell en 1984. Basado en sus investigaciones, McDowell generalizó este término para designar cada uno de los pequeños átomos en que se puede descomponer el proceso global de lectura y escritura. A partir de entonces, el término ha cobrado enorme actualidad, avalada por la importancia que hoy en día tiene la evaluación de los procesos en lectura y escritura, y no solo el producto, que venía siendo el método de evaluación tradicional.

 

Análisis

Hasta hace relativamente poco tiempo, el interés de los investigadores por la expresión lectoescritora se había centrado en el producto, esto es, en los resultados que se obtenían; pero en el siglo pasado, a partir de los años setenta, un grupo de psicólogos, pedagogos y maestros norteamericanos se interesó por las microhabilidades. Utilizando diversas técnicas de observación y de recogida de información, como la grabación en vídeo, la recogida de borradores, la verbalización en voz alta del pensamiento, la entrevista o la encuesta, empezaron a estudiar el comportamiento de sus alumnos mientras estos leían y escribían.

Los resultados de la investigación fueron espectaculares. Los alumnos más competentes en expresión lectoescritora, los que obtenían buenas calificaciones en las pruebas estandarizadas, parecía que utilizaban unas estrategias que eran desconocidas por los alumnos aprendices, los que tenían dificultades de expresión y sacaban malas notas en las mismas pruebas.

Los buenos lectores leen o perciben el texto de una manera determinada y son más eficaces al mover los ojos delante de un papel escrito. Leen habitualmente en silencio, aunque también pueden oralizar, si es necesario. No cometen los errores típicos: movimiento de los labios en la lectura silenciosa, regresiones, repeticiones, etc. Hacen fijaciones rápidas, amplias y selectivas. Se fijan, en suma, en unidades superiores del texto: frases, palabras, etc., y no letra a letra.

Además, el lector competente no lee siempre de la misma forma, sino que se adapta a cada situación y utiliza varias microhabilidades de lectura: el vistazo, la anticipación, la lectura entre líneas, etc. El lector experto controla su proceso de lectura y sabe elegir las estrategias adecuadas al texto y a la situación de lectura.

Por el contrario, los aprendices de lector suelen tener un repertorio más pobre de microhabilidades de comprensión. Acostumbrados a leer palabra a palabra, con una anticipación escasa o nula, concentrados en la descodificación de cada letra y en su valor fonético, no saben ni pueden elegir herramientas diferentes para objetivos distintos de lectura.

Pero si leer es comprender, los buenos lectores también tienen que caracterizarse por el grado de comprensión de la lectura que alcanzan. Comprenden el texto con más profundidad: identifican la relevancia relativa de cada información, la integran en estructuras textuales y jerárquicas, distinguen entre lo que es importante para el autor y lo que lo es para ellos mismos, etc.

 

Implicaciones

El educador que acompaña a un sujeto en su iniciación a la lectura o la escritura debe conocer a fondo cuáles son las habilidades que ha de potenciar en sus alumnos. Para ello será bueno que tenga claras cuáles son las diferencias de comportamiento entre un lector competente y otro que aún está iniciando su itinerario lector. McDowell (1984) ha propuesto la siguiente lista de microhabilidades de lectura, agrupadas por apartados:

El sistema de escribir: reconocer y distinguir las diferentes letras del alfabeto, pronunciar las letras del alfabeto, saber cómo se ordenan las letras, saber cómo se pronuncian las palabras escritas, poder descifrar la escritura hecha a mano.

Palabras y frases: reconocer palabras y frases y recordar su significado con rapidez, reconocer que una palabra nueva tiene relación con otra ya conocida, reconocer la relación entre diversas formas de la misma palabra: flexión, derivación composición, etc., utilizar el contexto para dar significación a una palabra nueva, elegir el significado correcto de una palabra según el contexto, saber elegir en un diccionario la acepción correcta de una palabra en un contexto determinado, saber pasar por alto palabras nuevas que no son importantes para entender un texto.

 

 

Cris descubrió el sol es un cuento de Mar Campos y Cristina Palmer, con ilustraciones de Ana Campos, que incluye materiales didácticos para acercar la lengua de signos a los alumnos oyentes.

 

Gramática y sintaxis: saber controlar la gramática de las distintas partes de la frase, identificar el sujeto, el predicado y el resto de categorías de la oración, identificar los referentes de las anáforas y de los deícticos, reconocer las relaciones semánticas entre las diferentes partes de las frases.

Texto y comunicación: el mensaje, leer en voz alta, entender el mensaje global, saber buscar y encontrar información específica, discriminar las ideas importantes de las secundarias o irrelevantes, comprender el texto con todos sus detalles, traducir determinadas expresiones a otras lenguas, dividir el texto en sintagmas o partes significativas, saber leer a una velocidad adecuada al objetivo del lector y a la facilidad o dificultad del texto, poder seguir la organización de un texto o un libro, identificar la idea o ideas principales, saber leer entre líneas, es decir, comprender ideas no formuladas explícitamente.

La conclusión de todo ello es que leer o escribir, o mejor dicho, demostrar habilidad o destreza para leer o escribir no depende de un único factor, sino que tanto el lectoescritor competente como el que no lo es ejercitan (o no saben hacerlo) un conjunto de microhabilidades de muy diverso tipo, conseguidas a lo largo de su desarrollo evolutivo y que, una vez aisladas e identificadas, pueden ser tenidas en cuenta por el profesor o educador para mejorar los resultados en los lectoescritores menos diestros.

 

 

Referencias

 McDowell, J. (1984): Curs de formació de monitors. Generalitat de Catalunya.

 

Fecha de ultima modificación: 2014-02-10